Se conoce como Lechuga de Mar por su gran parecido a las hojas de la lechuga.

Es un alga verde (Clorofitas) de un color verde traslúcido muy intenso y de gran brillo, con forma laminar u hoja ancha.
Su textura en fresco es ligeramente flexible.

Su sabor es fresco, con un cierto amargor que recuerda a las hierbas verdes y silvestres como la acedera.
Desprende un agradable olor similar a la brisa yodada del mar.

Es una de las más conocidas en la preparación de recetas tradicionales.

Debido a su agradable sabor a mar es la más recomendada para iniciar la introducción de algas en nuestra dieta, además de ser muy versátil a la hora de cocinarla.

Como si de una verdura se tratara, sus hojas frescas pueden ser consumidas en crudo acompañando a ensaladas y verduras frescas, e incluso como guarnición, combinando perfectamente con pescados y mariscos.

Por su suave sabor, son compatibles con carnes suaves.

También pueden ser cocinadas en su forma deshidratadas tostándolas en el horno o sartén, obteniendo crujientes aperitivos o snacks que se acompañan con salsa de soja, agridulce, wasabi, picante,…
Se puede utilizar como un ingrediente más añadiéndose en la preparación de guisos, sopas, caldos, fondos, licuados, croquetas, hamburguesas, tortillas, rellenos de empanadas, lasañas,…
Como todas las algas son ricas en minerales, principalmente en calcio, hierro, potasio y magnesio.

Tan sólo una ración de 5gr de Lechuga de Mar deshidratada (100gr en fresca) nos llega a aportar más del 50% de la Cantidad Diaria Recomendada (C.D.R.) de hierro y magnesio, y un 40% de calcio.
Tan sólo 10gr de Lechuga de Mar equivalen en hierro a 500gr de espinacas.

En cuanto a vitaminas, las algas verdes, como es el caso de la Lechuga de Mar, son muy ricas en vitamina C aportando entre 500 y 3000mg/kg de materia seca.

Pero la Lechuga de Mar no sólo destaca por su contenido en vitamina C, sino también por ser fuente de vitamina A y B3.
Son consideradas como alimento energético por su elevada cantidad en proteínas (de alto valor biológico) y en carbohidratos, con un casi inexistente porcentaje en grasas.

Llegan a contener niveles de proteínas que suponen entre 15 y 20% de la materia seca.