El chocolate blanco debe contener un mínimo del 20% de manteca de cacao (en peso), al menos un 14% de sólidos lácteos, un 3,5% de grasa de leche. En Europa no se fijan límites para los edulcorantes y el azúcar. No lleva entra sus componentes pues ni pasta, ni licor, ni sólidos del cacao.
Debido a que no contiene sólidos de cacao, el chocolate blanco apenas contiene trazas de teobromina, un compuesto químico que da a otros tipos de chocolate su característico color marrón.
Puede resultar difícil trabajar con el chocolate blanco. Cuando se funde, la manteca de cacao puede separarse y crear un compuesto oleoso que puede ser recuperado mediante emulsión. Este puede realizarse fundiendo una pequeña cantidad de manteca o chocolate y batiendo la mezcla. Como con el chocolate, tan pronto como se añade algo de agua en el producto fundido éste se vuelve grumoso y granuloso. De nuevo, puede recuperarse emulsionando.
Técnicamente no es un chocolate, en realidad es un derivado o subproducto del mismo ya que no contiene pasta de cacao. Además es mucho más rico en azúcares y grasas. Al no contener pasta de cacao, pierde además los polifenoles que aportan al chocolate los efectos antioxidantes. Todos estos datos han conseguido darle al chocolate blanco bastante mala prensa.
Cabe destacar que los chocolates blancos de mala calidad suelen ser de color blanco y no marfil, ello es debido a que en su fabricación se utilizan grasas de origen animal o vegetal, pero no hay ni rastro de manteca de cacao.
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