El nombre científico de la planta de la que se extrae es Wasabia japónica, es de la familia del nabo, la mostaza, el repollo.
Crece en agua en vez de en tierra por lo que se planta sobre ríos y arroyos.
Su sabor es muy intenso y se utiliza principalmente mezclado con la salsa de soja para mojar el sushi o sashimi.
Es un picor diferente al que estamos acostumbrados en occidente y se deba a los vapores que producen una sensación de ardor al pasar por las fosas nasales.
Esta sensación no permanece demasiado tiempo a diferencia del picor producido por los chiles o guindillas.
El wasabi crece de forma natural sólo en Japón y la isla de Sajalín y su cultivo es bastante complicado.
Lo que hace que sea bastante caro.
El wasabi fresco se debe preparar justo antes de consumirlo para que no pierda propiedades.
La preparación consiste en frotar la raíz de wasabi sobre un trozo de piel de tiburón pegado sobre una tablilla con mango que hace la función de lija.
Así producimos una pasta que es el auténtico wasabi mucho más sabroso y no tan picante como los sucedáneos.
Originalmente se usaba para conservar el pescado ya que tiene propiedades antibacterianas y antisépticas.
El wasabi fresco es casi imposible de conseguir en España por lo que nos vemos obligados a recurrir a los sucedáneos que podemos encontrar a precio asequible en polvo y en pasta.
Se elaboran a partir de rabano picante, colorante y una pequeña cantidad de wasabi molido.
Originalmente se usaba para conservar el pescado ya que tiene propiedades antibacterianas y antisépticas.
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