Los Silkies son hermosas aves cubiertas de plumas suaves como la seda, pero por debajo de toda esta belleza son menos que atractivas. Su piel es oscura y azulada, la carne de un color beige oscuro, sus huesos y algunos órganos internos son de color oscuro como boca de lobo. Mientras en Occidente las “gallinas negras” se venden principalmente para fines ornamentales, en países como China son consideradas verdaderos manjares. Estos pollos han sido apreciados por su valor medicinal desde el siglo séptimo u octavo. Las mujeres chinas los consumen después de haber dado a luz, para recibir una dosis de energía, pero también dicen que tienen un efecto positivo en la sangre, los pulmones y el estómago. La carne de Silkie rara vez es asada (quizá porqué es muy difícil identificar cuando está bien cocida), y para aprovechar al máximo sus propiedades curativas, los chinos la utilizan principalmente para hacer un caldo de color ámbar mezclado con ginseng , goji secas y jojoba.
De acuerdo con un estudio genético publicado en 2011, la característica única de los pollos Silkie se conoce como fibromelanosis, causada por una rara mutación genética caracterizada como “complejo de un reordenamiento que conduce a un aumento de la presencia de endotelina 3, gen que se sabe promueve el crecimiento de las células de pigmentos”. La expansión masiva de las células pigmentarias no sólo hace que la piel y los huesos se vuelvan negros, sino también provoca que los órganos internos sean oscuros. Otro aspecto interesante de estos pollos es su alto contenido de carnosina, un péptido de origen natural que se vende como un suplemento dietético y que algunas personas usan para aumentar la masa muscular, mitigar los efectos del envejecimiento y aliviar enfermedades tales como la diabetes o autismo. Los estudios han demostrado que el pollo negro es una de las fuentes más ricas de la carnosina.