La perdiz es algo más pequeña que la paloma y tiene diferentes tonalidades de grises en sus plumas dependiendo de la variedad.
De piel rojiza-anaranjada y carne de color rojo claro es una gallinácea de extraordinario sabor. Para manipularla en la cocina hay que desplumar la perdiz dejándola en agua caliente y tirando de las plumas con mucho cuidado, hasta dejar la piel desnuda.
En lo referente a los empleos culinarios de la perdiz hay que tener en cuenta que las perdices jóvenes tienen alas puntiagudas y esternón blando por lo que son adecuadas para asar. Por otro lado, las perdices viejas tienen las alas redondeadas y esternón duro por lo que es apropiada para estofar o hacer farsa. Para cocinar la perdiz se utiliza entera y eviscerada y suele formar parte de platos principales como ensaladas, legumbres, escabechados o arroces.
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