Tradicionalmente la Tierra de Campos ha sido una buena tierra de garbanzos, si exceptuamos las zonas más fuertemente arcillosas, poco permeables y con acumulaciones de sales. Siempre fueron un cultivo practicado por todos los agricultores para asegurar el aprovisionamiento propio, aunque no era necesario sembrarlos todos los años porque los garbanzos, a diferencia de otras legumbres, mejoran con el tiempo de conservación (las alubias empeoran con cada día que pasa). El cultivo habitual de la variedad Castellano, de buena calidad pero muy sensible a la rabia y otras enfermedades, se ha sustituido en la actualidad por nuevas variedades, resistentes al frío y a las enfermedades, y mucho más productivas, pero manteniendo, afortunadamente, la calidad de las variedades tradicionales.
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