Se trata de una cocina austera y sencilla, de origen humilde y pastoril, conocida internacionalmente debido a que algunos de sus platos aparecen en la divulgada obra Don Quijote de la Mancha. Se distingue de la cocina castellano-leonesa en las influencias de la cocina andaluza vecina geográficamente y de la cocina andalusí históricamente.
Es una tierra luminosa, en la que destacan con fuerza sus pueblos, molinos y castillos. Tampoco faltan bellísimas ciudades monumentales, como Toledo o Cuenca, o reservas naturales como las Tablas de Daimiel y Cabañeros. El paisaje de la llanura manchega se vuelve espléndido en otoño cuando el azafrán cubre los campos de Consuegra y Albacete, y monumental en las formaciones rocosas de Cuenca.
Hablar de su gastronomía es hacer referencia a múltiples factores e influencias. Situada en medio de la península Ibérica, con un clima continental, frío en invierno y caluroso en verano y con heladas muy tardías que malogran muchas cosechas, es tierra de gente noble y austera. Sus recursos, a veces limitados por su propia geografía, configuran su cultura gastronómica.
Actualmente es una zona en expansión, pero antaño su economía se basaba en la famosa Mesta, asociación de ganaderos con derechos reales y grandes y amplias cañadas reales por donde transitaban los ganados trashumantes. Esta forma de vida influyó determinantemente en una parte de la gastronomía, que es cocina de viaje, de caldero y brasas, de alimentos que se conservan bien: las gachas, las migas, los tiznaos y cientos de platos diferentes, marcan las tradiciones culinarias.
Existe otro ámbito muy diferenciado en cuanto a gastronomía se refiere. Los montes son además escenarios de diferentes formas de entender el yantar, el beber y hasta el vivir. Son paisajes, las más de las veces, más de hambruna que de hartura, y a través de ellos vamos desgranando la filosofía de la vida de sus habitantes. De las sierras, con sus mineros y sus pastores, nos llegan la caza y la pesca. Caldereta de cordero, patatas con conejo, ajoarriero, migas ruleras de pastor, ajopringue de la Sierra de Alcaraz, con tocino fresco e hígado de cerdo, perdices escabechadas.
Se habla de de una cocina Cervantina y esto no es así, Cervantes sólo plasmo aquello que conocía en su gran novela Don Quijote de la Mancha, que es casi un compendio de la gastronomía de aquel tiempo, existen en muchos capítulos menciones a la comidas y banquetes de aquel tiempo.
También existe otra influencia no menos importante, la herencia musulmana y judía que enriqueció notablemente la cocina Manchega, así tenemos el alajú, el mazapán y muchos otros postres y dulces que hacen las delicias de cualquier mesa.
Si observamos las recetas, el pescado no es muy abundante, solo el bacalao salado y peces de río o cangrejos son acompañantes de esta gastronomía y es que por su situación geográfica, sus recursos son limitados, pero muy bien aprovechados. Son centenares de recetas, cada cual más rica y más original. A parte de la caza y el cordero, el cerdo ocupa un lugar preeminente en la gastronomía, así los cereales, el aceite de oliva, los vinos y como culminación el queso manchego, en todas sus variedades, uno de los mejores del mundo.
Esta comunidad autónoma presenta dos grandes zonas gastronómicas: La Mancha y La Sierra, con algunas diferencias y matices aportados sobre todo por las materias primas. En La Mancha destacan los productos de la huerta (tomates, pimientos, cebollas y berenjenas) que acompañan diversos platos de pollos, gallinas, cerdos y cordero. En las zonas serranas el plato característico está compuesto por la carne de caza
Dentro de los útiles más usados en las cocinas antiguas se encuentran: fuelles, tenazas, badil, trébedes, parrillas, sartenes, perolas, pucheros, cazos, almireces, morteros, cucharones, cubiertos de madera.
Para preparar los guisos nuestras abuelas utilizaban una serie de medidas que ya han caído en desuso y que por su valor testimonial y etnográfico seguidamente vamos a detallar al estilo más popular y tradicional:
-Cuartillo: se usaba como medida de capacidad para la leche y el vino. Equivalía a dos vasos llenos o medio litro.
-Onza y Libra: para medir azúcar, harina y especies...La onza equivalía a 30 gramos y la libra a 470 gramos.
-Libra de aceite: era un recipiente para medir aceite. Equivalía a dos vasos tasados.
-Azumbre y Arroba: se utilizaban para la medida de vinos principalmente. El azumbre equivalía a dos litros y la arroba a 16 litros.
-Celemín: era una medida de granos y sólidos discontinuos (aceitunas).Equivale a cuatro kilogramos".
La cocina tradicional castellano-manchega es muy sabia: atesora valiosos conocimientos en la curado de los quesos, en la elaboración de potajes y en el modo de criar y tratar la carne de cordero.
Patrimonio de la literatura española, perpetuada universalmente por la pluma del inmortal Cervantes, elevada de la pobreza a la divinidad. Cocina generosa, contundente, recia con el frío, la nieve.... Cocina de remedios y curas de milagros con ajo y el insuperable sabor del laurel, el tomillo oloroso y otros condimentos de esta tierra de molinos, encantos y paisajes plácidos e interminables. Con estas ricas y saludables recetas típicas (y relativamente fáciles de hacer) presentamos este nuevo recetario de la cocina española más tradicional.
Sopa de ajo
Crema fría de ajo
Ajo Pringue
Atascaburras
Migas
Moje
Huevos con pisto manchego
Bacalao encebollado al azafrán
Perdiz en escabeche
Perdiz estofada
Mojete de conejo
Gazpacho manchego
Lomo a la orza y Patatas a lo pobre
Manitas de cerdo rellenas
Miel sobre hojuelas